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jueves, 8 de julio de 2010

Vicente Huidobro

Vicente Huidobro nació en Santiago de Chile el 10 de enero de 1893. Desde muy joven mostró una gran inquietud por la literatura y su origen acomodado le permitió, por un lado, estar en contacto con las novedades que se iban gestando en Europa, y, por otro, cultivar su afición a la literatura desde muy pronto. Inició sus estudios en el colegio que los jesuitas regentaban en su ciudad natal, pero pronto habría de abandonar voluntariamente el colegio de San Ignacio para no volver más y volcar todos sus esfuerzos en las tareas literarias: fundó revistas de poesía, organizó tertulias literarias y empezó a escribir y publicar sus primeros poemarios. Por entonces, casi un adolescente, Huidobro no había encontrado una voz poética propia, pero sus ecos lo eran de las grandes figuras poéticas de finales del siglo XIX y principios del XX: Gustavo Adolfo Bécquer, Rubén Darío, Apollinaire... De este modo, cuando en 1916 abandona por primera vez su tierra natal y emprende un peregrinaje artístico que durará años, Huidobro ya había publicado seis libros, la mayoría de ellos de poesía: Ecos del alma (1911), La gruta del silencio (1912), Canciones en la noche (1913), Las pagodas ocultas y Pasando y pasando, ambos de 1914, y, por último, Adán (1916).

El primer hito dentro de la peregrinación artística de Vicente Huidobro será Buenos Aires, ciudad donde, por vez primera, se formula el Creacionismo, que es, cronológicamente, el primer movimiento de vanguardia nacido en Latinoamérica. Sin embargo, el origen del Creacionismo lo encontramos ya en la temprana fecha de 1914, en el manifiesto «Non serviam», donde Huidobro había delimitado algunos aspectos fundamentales de su particular vanguardia, empezando por el del artista creador -y no imitador de la Naturaleza-: «Non serviam. No he de ser tu esclavo, madre Natura; seré tu amo. Te servirás de mí; está bien. No quiero y no puedo evitarlo; pero yo también me serviré de ti. Yo tendré mis árboles que no serán como los tuyos, tendré mis montañas, tendré mis ríos y mis mares, tendré mi cielo y mis estrellas». Además, también el poemario Adán contenía una clara alusión a ese afán genesíaco del vate chileno y en él Huidobro optaba claramente por el versolibrismo, según lo que él mismo enunciaba en el «Prefacio» a dicho volumen, uno de sus textos programáticos más importantes, ya que en él reconoce su deuda con Emerson en lo referente a la percepción de la belleza. En Buenos Aires, por otro lado, verá también la luz su siguiente poemario, El espejo de agua -en realidad, una plaquette con nueve poemas-, cuya primera composición, titulada precisamente «Arte poética», es, en realidad, un verdadero manifiesto estético del Creacionismo:

Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata,

Estamos en el ciclo de los nervios,
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa ¡oh, Poetas!
Hacedla florecer en el poema;

Sólo para vosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.

El poeta es un pequeño Dios.

En este breve poema ya podemos ver claramente formulados algunos de los principios teórico-poéticos fundamentales enunciados por Huidobro. Así, por ejemplo, su concepción del poeta como un pequeño Dios, que ha dado la vuelta al mundo. Curiosamente, en un ensayo de estética, «La creación pura», publicado 1921, el poeta chileno revelaría el verdadero origen de esa concepción, que entroncaría, más que con la tradición poética occidental, con la tradición precolombina: «Esta idea de artista como creador absoluto, del Artista-Dios, me la sugirió un viejo poeta indígena de Sudamérica (aimará) que dijo: 'El poeta es un dios; no cantes a la lluvia, poeta, haz llover'».
De acuerdo con lo que se ha venido diciendo, cuando a finales de 1916 llega a París, Vicente Huidobro no es, ni mucho menos, un principiante que se arroja al mundo de las letras, sino un poeta consolidado que trae bajo el brazo el primer movimiento de vanguardia aparecido en América Latina. Su primera estancia en París habría de prolongarse por espacio de dos años, tiempo que le sirvió para entrar en contacto con los miembros más destacados de las diferentes vanguardias -tanto pictóricas como literarias-: Max Jacob, Picasso, Juan Gris, Pierre Reverdy... Desde entonces, Huidobro se ha ganado un lugar de preeminencia dentro de las vanguardias, aunque lo cierto es que su obra maestra no aparecería hasta 1931, año en que se dieron a las prensas el poema-libro Altazor y el conjunto de prosas que conformaron Temblor de cielo, uno de los títulos favoritos de su autor.

Una de las grandes formulaciones teóricas del Creacionismo será la traducibilidad de la poesía, de ahí que el poeta chileno empezara a ensayar un tipo de poesía escrita en una lengua que no fuera la materna, en este caso la francesa, ya que eso le permitiría liberar a la poesía de unas concepciones heredadas con la lengua que se adquiere de manera natural. Por eso no debe extrañar que sea precisamente durante su primera estancia en París cuando empiece a publicar poemarios como Horizon carré (1917) y Tour Eiffel (1918), escritos y concebidos en una lengua que Huidobro alternaría con el español hasta el final de sus días, el francés.

En 1918, Vicente Huidobro dejó su residencia en París y se trasladó a Madrid, portando con él muchas de las novedades vanguardistas que se habían gestado en la capital francesa. En este sentido, no sería vano apuntar que el poeta chileno fue uno de los introductores de las vanguardias en España, pues llevaba con él informaciones de primera mano, referentes, por supuesto, al Creacionismo, pero también al Cubismo literario y a las demás vanguardias parisienses. Durante su primer año de permanencia en Madrid publicó Poemas árticos y Ecuatorial -un largo poema cuyo tema es precisamente la guerra europea-. A partir de entonces, y durante toda la década de los años veinte, París y Madrid serían los dos lugares donde Huidobro editaría fundamentalmente sus obras, exceptuando Vientos contrarios (1926), publicada en Santiago de Chile, donde verían la luz todos los libros de Huidobro a partir de La próxima (1934).
En 1923 Vicente Huidobro publicaba un ensayo titulado Finis Britannia, escrito originalmente en francés, que daba cuenta de una inquietud política por parte del vate chileno. Así, ese ensayo no era sino una exacerbada crítica a la política imperialista llevada a cabo por la corona inglesa. Este texto le causó algunos problemas, pero es importante porque despierta en él un interés por la actuación política que lo conduciría hasta ser propuesto, en su país natal, como candidato para la presidencia de la República, aunque, bien es cierto, sin mayores consecuencias. A partir de 1925, Huidobro alterna sus estancias en París con sus estancias en Santiago, e incluso permanece en Estados Unidos durante algún tiempo. Por otra parte, en esa etapa se separa definitivamente de la que había sido su esposa, Manuela Portales, e inicia una relación con Jimena Amunátegui, con quien después se trasladaría a Francia, donde vuelve a instalarse. Durante los años treinta, Huidobro alterna sus estancias en Santiago de Chile con sus estancias en Europa, sobre todo en Madrid y París. Cuando estalló la Guerra Civil en España, el poeta chileno participaría activamente, junto a muchos otros intelectuales europeos y americanos, en el Congreso de Escritores Antifascistas celebrado en Valencia en 1937. Del mismo modo, habría de ser corresponsal durante la Segunda Guerra Mundial en el ejército francés. Al acabar la contienda mundial, Huidobro regresó a Chile, instalándose de nuevo en Santiago hasta el final de sus días. La muerte le sorprendería el 2 de enero de 1948, en una finca próxima a Santiago, donde solía invitar a sus amigos y colegas; con él moría una de las figuras más destacadas de la poesía chilena del siglo XX, fundador y teórico de una de las vanguardias literarias más genuinas, el Creacionismo.


El Creacionismo y Altazor
Efectivamente, el Creacionismo es una de las vanguardias más interesantes aparecidas en Latinoamérica, aunque lo cierto es que, exportada por el propio Huidobro, tuvo grandes representantes en la península, como Gerardo Diego y Juan Larrea. Además, en este caso, venía a simultanearse la existencia de una estética y una poética formuladas desde el plano teórico con las altísimas cotas literarias logradas en el plano de la escritura poética. Quizá el lugar donde Vicente Huidobro recopile de una manera más detallada y sistemática todos los principios de este movimiento sea en su manifiesto «El Creacionismo», aparecido por vez primera en francés en su libro Manifestes (1925). Allí, en primer lugar, justifica la existencia del Creacionismo antes de su llegada a París: «El creacionismo no es una escuela que yo haya querido imponer a alguien; el creacionismo es una teoría estética general que empecé a elaborar hacia 1912, y cuyos tanteos y primeros pasos los hallaréis en mis libros y artículos escritos mucho antes de mi primer viaje a París». Pero, después de esa justificación, no tarda en presentar su receta particular de lo que ha de ser un poema creacionista: «El poema creacionista se compone de imágenes creadas, de conceptos creados; no escatima ningún elemento de la poesía tradicional, salvo que en él dichos elementos son íntegramente inventados, sin preocuparse en absoluto de la realidad ni de la veracidad anteriores al acto de realización». Sin embargo, lo que más interesa de la formulación teórica de Huidobro es su propuesta de poesía universal, y, por tanto, traducible, lo que nos permite comparar esta concepción poética con la defendida por Ezra Pound, quien, al igual que Huidobro, aunaba la aportación teórica con la producción poética: «Si para los poetas creacionistas lo que importa es presentar un hecho nuevo, la poesía creacionista se hace traducible y universal, pues los hechos nuevos permanecen idénticos en todas las lenguas». De todas maneras, es al final de este manifiesto donde Huidobro se ratifica en su idea del poeta como creador -equiparable, por tanto, a Dios-, de ahí que tome las palabras que ya había publicado en Horizon carré: «Hacer un poema como la naturaleza hace un árbol».

Sin duda, el poema que mejor puede justificar toda la formulación teórica del Creacionismo es Altazor o el viaje en paracaídas, reconocido unánimemente como la obra maestra de Vicente Huidobro. Aunque publicado en 1931, este extenso poema-libro comenzó a gestarse en la temprana fecha de 1919, poco tiempo después de que el poeta chileno entrara en contacto con la intelectualidad madrileña tras haber pasado previamente por París. Altazor está dividido en siete cantos precedidos por un «Prefacio» en prosa. Lo cierto es que, aunque se reconoce su importancia intrínseca, la crítica ha trazado líneas de interpretación de carácter divergente, una de las cuales aborda la lectura del poema como un camino hacia la invención de un nuevo lenguaje poético. Así, el canto I -que consta de 684 versos- supone una identificación de Altazor con Dios; el canto II -de 170 versos- está dedicado a la mujer amada y es, en realidad, un largo poema amoroso; en el canto III -160 versos- Huidobro nos abre el camino para la desarticulación del lenguaje; el canto IV -339 versos- se basa especialmente en el uso de la sintaxis, llegando a un lugar de ruptura total con el significado; en el canto V se desarrolla, a lo largo de 637 versos, la idea de poesía como juego; el canto VI -175 versos- ya supone la ausencia de significación, aunque el léxico es todavía familiar; y, por último, el canto VII -67 versos- llega al lugar donde el lenguaje se inventa y lo único que se respeta es el sistema fónico, pero liberado de toda significación, radicalizando algunos de los presupuestos del Cubismo literario y llegando hasta el descalabro significativo, esto es, hasta un lenguaje poético abstracto, para lo cual ha empleado el plazo establecido por esos siete cantos que pueden recordar sin violencia los siete días de la Creación enunciados en el Génesis.

Y es que, no en vano, Altazor ha sido, de todas las obras de Huidobro, la que ha despertado mayor interés para la crítica. Junto a su faceta como poeta y teórico del arte, en general, y de la poesía, en particular, se pueden destacar las diferentes aportaciones de Vicente Huidobro al campo de la novela, género que también intentó renovar (Mío Cid Campeador, 1929; Papá o el diario de Alicia Mir, La próxima, y Cagliostro, todas de 1934; Tres novelas ejemplares, 1935, en colaboración con Hans Arp), y, del mismo modo, no deben olvidarse sus diferentes incursiones en la dramaturgia (Gilles de Raiz, 1932, y En la luna, 1934). Huidobro, en definitiva, dedicó toda su vida a la literatura, lo que le permitió moverse con soltura dentro de los distintos géneros, aunque bien es verdad que alcanzaría su epicentro creativo durante la gestación y posterior publicación de Altazor, esto es, durante el período que va de 1919 hasta 1931, coincidiendo con los años más brillantes de las diferentes vanguardias, a las cuales contribuyó con su imprescindible Creacionismo, de factura propia, aunque heredero, sobre todo, del Cubismo literario y del Futurismo.

Información obtenida de Cervantes Virtual

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Fatiga

Marcho día y noche
como un parque desolado.
Marcho día y noche entre esfinges caídas de mis ojos;
miro el cielo y su hierba que aprende a cantar;
miro el campo herido a grandes gritos,
y el sol en medio del viento.

Acaricio mi sombrero lleno de luz especial;
paso la mano sobre el lomo del viento;
los vientos, que pasan como las semanas;
los vientos y las luces con gestos de fruta y sed de sangre;
las luces, que pasan como los meses;
cuando la noche se apoya sobre las casas,
y el perfume de los claveles gira en torno de su eje.

Tomo asiento, como el canto de los pájaros;
es la fatiga lejana y la neblina;
caigo como el viento sobre la luz.

Caigo sobre mi alma.
He ahí el pájaro de los milagros;
he ahí los tatuajes de mi castillo;
he ahí mis plumas sobre el mar, que grita adiós.

Caigo de mi alma.
Y me rompo en pedazos de alma sobre el invierno;
caigo del viento sobre la luz;
caigo de la paloma sobre el viento.

Vicente Huidobro


Hija

Tengo tu rostro entre las manos
oh aire dulce retrato de aire
anillo del mundo y del pasado
tu rostro de silencio
rostro de lámpara tierna
con qué facilidad te formas en mis ojos
como vuelves alegrando la negrura.

Miseria del recuerdo
en el umbral del frío la selva se hace sueño
se desprenden las hojas
se mueren las miradas gota a gota.

Vicente Huidobro



Horas

El villorrio.
Un tren detenido sobre el llanto.

En cada charco
duermen las estrellas sordas,

y el agua tiembla.
cortinaje al viento,
la noche cuelga en la arboleda.

En el campanario florecido
una gotera viva
desangra las estrellas.
De cuando en cuando
las horas maduras
caen sobre la vida.

Vicente Huidobro


Ilusiones perdidas

Hoja del árbol caída en infancia
hoja caída de rodillas
en el centro de su olvido
dulce juguete de esperanzas y relámpagos
sangrando la cabeza malherida
como las ilusiones ópticas
en su palacio de muerte inolvidable
constante barco de corazón doliente
entre naufragio y sombra apresurada.

Hoja del nudo caído en árbol caído en infancia
adónde te arrastran hoja de dulce corazón
y los excesos del fuego de las águilas visuales
hojas de las ramas calefaccionables
detenidas en el aire
prontas a podredumbre entre sus propios brazos
como las aguas embrujadas.

Vicente Huidobro



Invierno para beberlo

El invierno ha llegado al llamado de alguien
Y las miradas emigran hacia los calores conocidos
Esta noche el viento arrastra sus chales de viento
Tejed queridos pájaros míos un techo de cantos sobre las
avenidas

Oíd crepitar el arco iris mojado
Bajo el peso de los pájaros se ha plegado

La amargura teme a las intemperies
Pero nos queda un poco de ceniza del ocaso
Golondrinas de mi pecho qué mal hacéis
Sacudiendo siempre ese abanico vegetal

Seducciones de antesala en grado de aguardiente
Alejemos en seguida el coche de las nieves
Bebo lentamente tus miradas de justas calorías

El salón se hincha con el vapor de las bocas
Las miradas congeladas cuelgan de la lámpara
Y hay moscas
Sobre los suspiros petrificados

Los ojos están llenos de un líquido viajero
Y cada ojo tiene un perfume especial
El silencio es una planta que brota al interior
Si el corazón conserva su calefacción igual

Afuera se acerca el coche de las nieves
Trayendo su termómetro de ultratumba
Y me adormezco con el ruido del piano lunar
Cuando se estrujan las nubes y cae la lluvia

Cae
Nieve con gusto a universo
Cae
Nieve que huele a mar

Cae
Nieve perfecta de los violines
Cae
La nieve sobre las mariposas

Cae
Nieve en copos de olores
La nieve en tubo inconsistente

Cae
Nieve a paso de flor
Nieva nieve sobre todos los rincones del tiempo

Simiente de sonido de campanas
Sobre los naufragios más lejanos
Calentad vuestros suspiros en los bolsillos
Que el cielo peina sus nubes antiguas
Siguiendo los gestos de nuestras manos

Lágrimas astrológicas sobre nuestras miserias
Y sobre la cabeza del patriarca guardián del frío
El cielo emblanquece nuestra atmósfera
Entre las palabras heladas a medio camino
Ahora que el patriarca se ha dormido
La nieve se desliza se desliza
se desliza
Desde su barba pulida

Vicente Huidobro



La poesía es un atentado celeste

Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia
Hay la espera de mí mismo
Y esta espera es otro modo de presencia
La espera de mi retorno
Yo estoy en otros objetos
Ando en viaje dando un poco de mi vida
A ciertos árboles y a ciertas piedras
Que han esperado muchos años

Se cansaron de esperarme y se sentaron

Yo no estoy y estoy
Estoy ausente y estoy presente en estado de espera
Ellos querrían mi lenguaje para expresarse
Y yo querría el de ellos para expresarlos
He aquí el equívoco el atroz equívoco

Angustioso lamentable
Me voy adentrando en estas plantas
Voy dejando mis ropas
Se me van cayendo las carnes
Y mi esqueleto se va revistiendo de cortezas

Me estoy haciendo árbol
Cuántas veces me he ido convirtiendo en otras cosas...
Es doloroso y lleno de ternura

Podría dar un grito pero se espantaría la transubstanciación
Hay que guardar silencio Esperar en silencio

Vicente Huidobro



La vida es sueño

Los ojos andan de día en día
Las princesas posan de rama en rama
Como la sangre de los enanos
Que cae igual que todas sobre las hojas
Cuando llega su hora de noche en noche.

Las hojas muertas quieren hablar
Son gemelas de voz dolorida
Son la sangre de las princesas
Y los ojos de rama en rama
Que caen igual que los astros viejos
Con las alas rotas como corbatas

La sangre cae de rama en rama
De ojo en ojo y de voz en voz
La sangre cae como corbatas
No puede huir saltando como los enanos
Cuando las princesas pasan
Hacia sus astros doloridos.

Como las alas de las hojas
Como los ojos de las olas
Como las hojas de los ojos
Como las olas de las alas.

Las horas caen de minuto en minuto
Como la sangre
Que quiere hablar.

Vicente Huidobro



Marino

Aquel pájaro que vuela por primera vez
Se aleja del nido mirando hacia atrás

Con el dedo en los labios
os he llamado

Yo inventé juegos de agua
En la cima de los árboles

Te hice la más bella de las mujeres
Tan bella que enrojecías en las tardes

La luna se aleja de nosotros
Y arroja una corona sobre el polo

Hice correr ríos
que nunca han existido

De un grito elevé una montaña
Y en torno bailamos una nueva danza

Corté todas las rosas
De las nubes del este

Y enseñé a cantar un pájaro de nieve

Marchemos sobre los meses desatados

Soy el viejo marino
que cose los horizontes cortados

Vicente Huidobro


Me alejo en silencio como una cinta de seda...

Me alejo en silencio como una cinta de seda
Paseante de arroyos
Todos los días me ahogo
En medio de plantaciones de plegarias
Las catedrales de mis ternuras cantan a la noche bajo el agua
Y esos cantos forman las islas del mar

Soy el paseante
El paseante que se parece a las cuatro estaciones

El bello pájaro navegante
Era como un reloj envuelto en algodón
Antes de volar me ha dicho tu nombre

El horizonte colonial está cubierto todo de cortinajes
Vamos a dormir bajo el árbol parecido a la lluvia

Vicente Huidobro



Monumento al mar

Paz sobre la constelación cantante de las aguas
Entrechocadas como los hombros de la multitud
Paz en el mar a las olas de buena voluntad
Paz sobre la lápida de los naufragios
Paz sobre los tambores del orgullo y las pupilas tenebrosas
Y si yo soy el traductor de las olas
Paz también sobre mí.

He aquí el molde lleno de trizaduras del destino
El molde de la venganza
Con sus frases iracundas despegándose de los labios
He aquí el molde lleno de gracia
Cuando eres dulce y estás allí hipnotizado por las estrellas

He aquí la muerte inagotable desde el principio del mundo
Porque un día nadie se paseará por el tiempo
Nadie a lo largo del tiempo empedrado de planetas difuntos

Este es el mar
El mar con sus olas propias
Con sus propios sentidos
El mar tratando de romper sus cadenas
Queriendo imitar la eternidad
Queriendo ser pulmón o neblina de pájaros en pena
O el jardín de los astros que pesan en el cielo
Sobre las tinieblas que arrastramos
O que acaso nos arrastran
Cuando vuelan de repente todas las palomas de la luna
Y se hace más oscuro que las encrucijadas de la muerte

El mar entra en la carroza de la noche
Y se aleja hacia el misterio de sus parajes profundos
Se oye apenas el ruido de las ruedas
Y el ala de los astros que penan en el cielo
Este es el mar
Saludando allá lejos la eternidad
Saludando a los astros olvidados
Y a las estrellas conocidas.

Este es el mar que se despierta como el llanto de un niño
El mar abriendo los ojos y buscando el sol con sus pequeñas
manos temblorosas
El mar empujando las olas
Sus olas que barajan los destinos

Levántate y saluda el amor de los hombres

Escucha nuestras risas y también nuestro llanto
Escucha los pasos de millones de esclavos
Escucha la protesta interminable
De esa angustia que se llama hombre
Escucha el dolor milenario de los pechos de carne
Y la esperanza que renace de sus propias cenizas cada día.

También nosotros te escuchamos
Rumiando tantos astros atrapados en tus redes
Rumiando eternamente los siglos naufragados
También nosotros te escuchamos

Cuando te revuelcas en tu lecho de dolor
Cuando tus gladiadores se baten entre sí

Cuando tu cólera hace estallar los meridianos
O bien cuando te agitas como un gran mercado en fiesta
O bien cuando maldices a los hombres
O te haces el dormido
Tembloroso en tu gran telaraña esperando la presa.

Lloras sin saber por qué lloras
Y nosotros lloramos creyendo saber por qué lloramos
Sufres sufres como sufren los hombres
Que oiga rechinar tus dientes en la noche
Y te revuelques en tu lecho
Que el insomnio no te deje calmar tus sufrimientos
Que los niños apedreen tus ventanas
Que te arranquen el pelo
Tose tose revienta en sangre tus pulmones
Que tus resortes enmohezcan
Y te veas pisoteado como césped de tumba

Pero soy vagabundo y tengo miedo que me oigas
Tengo miedo de tus venganzas
Olvida mis maldiciones y cantemos juntos esta noche
Hazte hombre te digo como yo a veces me hago mar
Olvida los presagios funestos
Olvida la explosión de mis praderas
Yo te tiendo las manos como flores
Hagamos las paces te digo
Tú eres el más poderoso
Que yo estreche tus manos en las mías
Y sea la paz entre nosotros

Junto a mi corazón te siento
Cuando oigo el gemir de tus violines
Cuando estás ahí tendido como el llanto de un niño
Cuando estás pensativo frente al cielo
Cuando estás dolorido en tus almohadas
Cuando te siento llorar detrás de mi ventana
Cuando lloramos sin razón como tú lloras

He aquí el mar
El mar donde viene a estrellarse el olor de las ciudades
Con su regazo lleno de barcas y peces y otras cosas alegres
Esas barcas que pescan a la orilla del cielo
Esos peces que escuchan cada rayo de luz
Esas algas con sueños seculares
Y esa ola que canta mejor que las otras

He aquí el mar
El mar que se estira y se aferra a sus orillas
El mar que envuelve las estrellas en sus olas
El mar con su piel martirizada
Y los sobresaltos de sus venas
Con sus días de paz y sus noches de histeria

Y al otro lado qué hay al otro lado
Qué escondes mar al otro lado
El comienzo de la vida largo como una serpiente
O el comienzo de la muerte más honda que tú mismo
Y más alta que todos los montes
Qué hay al otro lado
La milenaria voluntad de hacer una forma y un ritmo
O el torbellino eterno de pétalos tronchados

He ahí el mar
El mar abierto de par en par
He ahí el mar quebrado de repente
Para que el ojo vea el comienzo del mundo
He ahí el mar
De una ola a la otra hay el tiempo de la vida
De sus olas a mis ojos hay la distancia de la muerte

Vicente Huidobro



Para llorar

Es para llorar que buscamos nuestros ojos
Para sostener nuestras lágrimas allá arriba
En sus sobres nutridos de nuestros fantasmas

Es para llorar que apuntamos los fusiles sobre el día
Y sobre nuestra memoria de carne
Es para llorar que apreciamos nuestros huesos
y a la muerte sentada junto a la novia
Escondemos nuestra voz de todas las noches
Porque acarreamos la desgracia
Escondemos nuestras miradas bajo las alas de las piedras
Respiramos más suavemente que el cielo en el molino
Tenemos miedo

Nuestro cuerpo cruje en el silencio
Como el esqueleto en el aniversario de su muerte
Es para llorar que buscamos palabras en el corazón
En el fondo del viento que hincha nuestro pecho
En el milagro del viento lleno de nuestras palabras

La muerte está atornillada a la vida
Los astros se alejan en el infinito y los barcos en el mar
Las voces se alejan en el aire vuelto hacia la nada
Los rostros se alejan entre los pinos de la memoria
Y cuando el vacío está vacío bajo el aspecto irreparable
El viento abre los ojos de los ciegos
Es para llorar para llorar

Nadie comprende nuestros signos y gestos de largas raíces
Nadie comprende la paloma encerrada en nuestras palabras
Paloma de nube y de noche
De nube en nube y de noche en noche
Esperamos en la puerta el regreso de un suspiro
Miramos ese hueco en el aire en que se mueven los que
aún no han nacido

Ese hueco en que quedaron las miradas de los ciegos estatuarios
Es para poder llorar es para poder llorar
Porque las lágrimas deben llover sobre las mejillas de la tarde

Es para llorar que la vida es tan corta
Es para llorar que la vida es tan larga

El alma salta de nuestro cuerpo
Bebemos en la fuente que hace ver los ojos ausentes
La noche llega con sus corderos y sus selvas intraducibles
La noche llega a paso de montaña
Sobre el piano donde el árbol brota
Con sus mercancías y sus signos amargos
Con sus misterios que quisiera enterrar en el cielo
La ciudad cae en el saco de la noche
Desvestida de gloria y de prodigios
El mar abre y cierra su puerta
Es para llorar para llorar
Porque nuestras lágrimas no deben separarse del buen camino

Es para llorar que buscamos la cuna de la luz
Y la cabellera ardiente de la dicha
Es la noche de la nadadora que sabe transformarse en fantasma
Es para llorar que abandonamos los campos de las simientes
En donde el árbol viejo canta bajo la tempestad como
la estatua del mañana

Es para llorar que abrimos la mente a los climas de impaciencia
Y que no apagamos el fuego del cerebro

Es para llorar que la muerte es tan rápida
Es para llorar que la muerte es tan lenta

Vicente Huidobro

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