Nacido en el centro de La Mancha, vive en Barcelona desde 1936. Se licenció en Derecho en dicha ciudad y empezó a destacar como crítico de arte, traductor, antólogo y poeta. Fue además jefe de redacción de la Editorial Espasa-Calpe y director del Gran Larousse Català. En 1953 publicó su primer poemario, Ocasiones para amarte, al que ha seguido una quincena de libros reunidos en Poesía 1951-1975 (Plaza y Janés, 1981) y Poesía 1970-1994 (Pamiela, 2000).
Su lírica hay que colocarla entre la de los poetas de los cincuenta que tratan de ir más allá de la realidad aparente: José Ángel Valente, Antonio Gamoneda y el también manchego Ángel Crespo. Como a ellos, la "sed de absoluto" le desvincula del realismo confesional para avanzar hacia el Culturalismo y la poesía esencialista de formas desnudas. En el caso de Corredor, y desde Carta a Li Po, ese culturalismo está especialmente marcado por el Taoísmo y el Budismo, en busca del despojamiento de la palabra poética, de la poesía pura o desnudez que perseguía Juan Ramón Jiménez, muchas veces a través de las impresiones paisajísticas efímeras propias del haikú. Esta obra lírica ha sido reconocida con premios como el Boscán y el Nacional de Literatura. También es medalla de oro de la Universidad de Castilla-La Mancha (200/)
Como crítico de arte ha escrito no menos de una cincuentena de monografías sobre arte contemporáneo, arquitectura, simbología, diseño y artes populares. Ejerció la crítica de arte en Destino y colaboró en La Vanguardia, Revista, Cuadernos de Arquitectura, etc. de Barcelona, y en Nous Horitzons de México. También ha participado en la organización de exposiciones del Colegio de Arquitectos de Cataluña y Baleares. Por esta labor se le hizo académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y recibió el Premio de las Artes Plásticas de la Generalitat de Cataluña, en 1993 y la Cruz de San Jordi en 1988.
Su labor de traductor y antólogo halla su cumbre con Poesía catalana contemporánea (1983, reed. en 2001), que recibió el Premio Nacional de Traducción entre Lenguas Españolas en 1984.
Información obtenida de: Wikipedia.org
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¿Es el mar el que brilla...
Ante la tumba de Paul Valéry
¿Es el mar el que brilla
o eres tú, que apareces
disuelto allá en las olas
para gozar de nuevo
lo que cantan tus versos?
Veo el mar con tus ojos,
el cielo con tus ojos,
los pájaros marinos
con tus ojos.
Y tú me estás mirando
con los míos,
despojados de todo
tú y yo,
envueltos en la luz
de un nuevo mediodía.
Lo que queda de ti,
lo que queda de mí,
es tan poco que es nada.
Sólo, sólo tus versos
brillan como las olas
bajo el sol,
baten en mi memoria
con tu voz.
Tu nombre sobre el mármol,
los míseros despojos
que adivino,
se borran con el eco
de tus versos
disueltos en la espuma.
José Corredor Matheos
Ante la tumba de Paul Valéry
¿Es el mar el que brilla
o eres tú, que apareces
disuelto allá en las olas
para gozar de nuevo
lo que cantan tus versos?
Veo el mar con tus ojos,
el cielo con tus ojos,
los pájaros marinos
con tus ojos.
Y tú me estás mirando
con los míos,
despojados de todo
tú y yo,
envueltos en la luz
de un nuevo mediodía.
Lo que queda de ti,
lo que queda de mí,
es tan poco que es nada.
Sólo, sólo tus versos
brillan como las olas
bajo el sol,
baten en mi memoria
con tu voz.
Tu nombre sobre el mármol,
los míseros despojos
que adivino,
se borran con el eco
de tus versos
disueltos en la espuma.
José Corredor Matheos
Este campo tan ancho...
Campo de La Mancha
ESTE campo tan ancho
viste la desnudez
que tú anhelabas.
Mirándolo descubres
lo que eres
cuando logras librarte
de todas las montañas,
los ríos y los árboles
que impiden ver en ti
más allá del paisaje,
de todos los paisajes.
José Corredor Matheos
Campo de La Mancha
ESTE campo tan ancho
viste la desnudez
que tú anhelabas.
Mirándolo descubres
lo que eres
cuando logras librarte
de todas las montañas,
los ríos y los árboles
que impiden ver en ti
más allá del paisaje,
de todos los paisajes.
José Corredor Matheos
Hay que llegar al borde...
HAY que llegar al borde
y apurar esta vida
que duda de sí misma
y que vacila,
y acaso se detiene.
y volver, si es posible,
por haber descubierto
que nada, nada pasa,
porque no hay en ti
más que ocres,
estos grises,
los oscuros azules
del otoño.
José Corredor Matheos
HAY que llegar al borde
y apurar esta vida
que duda de sí misma
y que vacila,
y acaso se detiene.
y volver, si es posible,
por haber descubierto
que nada, nada pasa,
porque no hay en ti
más que ocres,
estos grises,
los oscuros azules
del otoño.
José Corredor Matheos
...La manera que tiene...
...La manera que tiene
el infinito
de caber en un cántaro,
horizontes que crecen
con el viento,
cuando la tarde acaba
y la última noche
no ha comenzado aún.
José Corredor Matheos
...La manera que tiene
el infinito
de caber en un cántaro,
horizontes que crecen
con el viento,
cuando la tarde acaba
y la última noche
no ha comenzado aún.
José Corredor Matheos
Me gusta caminar...
Me gusta caminar
sin compañía,
descubrir en los árboles
la semilla del fuego,
ver crecer los arbustos
con su ritmo tranquilo
y sentir cómo a todo
lo ilumina
la misma única muerte
que me ilumina a mí.
José Corredor Matheos
Me gusta caminar
sin compañía,
descubrir en los árboles
la semilla del fuego,
ver crecer los arbustos
con su ritmo tranquilo
y sentir cómo a todo
lo ilumina
la misma única muerte
que me ilumina a mí.
José Corredor Matheos
Nada de lo que has sido...
...estando ya mi casa sosegada.
San Juan de la Cruz
NADA de lo que has sido
permanece.
No tienes ni pasado
ni futuro,
y hasta el mismo morir
no es muy seguro.
Nada ni nadie a ti
te pertenece.
Pero respira el campo
si anochece.
Vuelve a ser todo transparente
y puro.
Avanzas confiado
hacia lo oscuro.
El mundo nace en tu interior
y crece.
Qué sencillo morir.
y qué sencillo
poder vivir al fin
como si todo
fuera un ir devanándose
el ovillo,
y nunca hubiera sido
de otro modo.
Todo vuelve a ser tuyo,
siendo nada,
estando ya la noche
iluminada.
José Corredor Matheos
...estando ya mi casa sosegada.
San Juan de la Cruz
NADA de lo que has sido
permanece.
No tienes ni pasado
ni futuro,
y hasta el mismo morir
no es muy seguro.
Nada ni nadie a ti
te pertenece.
Pero respira el campo
si anochece.
Vuelve a ser todo transparente
y puro.
Avanzas confiado
hacia lo oscuro.
El mundo nace en tu interior
y crece.
Qué sencillo morir.
y qué sencillo
poder vivir al fin
como si todo
fuera un ir devanándose
el ovillo,
y nunca hubiera sido
de otro modo.
Todo vuelve a ser tuyo,
siendo nada,
estando ya la noche
iluminada.
José Corredor Matheos
No hay nada que me impida...
No hay nada que me impida
oír la Voz del árbol
cuando sueña,
las plegarias que brotan
de sus hojas.
Ya no me queda nada
por perder,
pero soy tan feliz
que soy feliz tan sólo,
y los ramos floridos
de la infancia
se encienden como lámparas
cuando acaba la noche.
José Corredor Matheos
No hay nada que me impida
oír la Voz del árbol
cuando sueña,
las plegarias que brotan
de sus hojas.
Ya no me queda nada
por perder,
pero soy tan feliz
que soy feliz tan sólo,
y los ramos floridos
de la infancia
se encienden como lámparas
cuando acaba la noche.
José Corredor Matheos
No sé si mis palabras...
No sé si mis palabras
son de paz y consuelo
o de desolación.
Desolado es mi rostro
si me miro
en algún frío espejo,
desoladas mis manos
que sostienen el mundo,
desolada la mente
que sostiene mi mano.
La mirada se posa
serenamente en todo,
y el mundo se detiene,
el verso se detiene.
José Corredor Matheos
No sé si mis palabras
son de paz y consuelo
o de desolación.
Desolado es mi rostro
si me miro
en algún frío espejo,
desoladas mis manos
que sostienen el mundo,
desolada la mente
que sostiene mi mano.
La mirada se posa
serenamente en todo,
y el mundo se detiene,
el verso se detiene.
José Corredor Matheos
Pocas cosas despiertan...
Pocas cosas despiertan
mi alegría
como el brincar gozoso
de algún perro
que me ha salido al paso.
Pocas cosas remueven
algo profundo en mí
como el mirar de un perro
fatigado
de haber vivido tanto.
Todo el amor del mundo
que tu ansías
y la desolación que sientes
asoman a los ojos
de un perro que te mira,
interrogándote.
José Corredor Matheos
Pocas cosas despiertan
mi alegría
como el brincar gozoso
de algún perro
que me ha salido al paso.
Pocas cosas remueven
algo profundo en mí
como el mirar de un perro
fatigado
de haber vivido tanto.
Todo el amor del mundo
que tu ansías
y la desolación que sientes
asoman a los ojos
de un perro que te mira,
interrogándote.
José Corredor Matheos
Contempla en su delirio...
Contempla en su delirio
algo que es tan real
que yo no puedo verlo.
Oigo cómo la lluvia
va cayendo
en las calles que no existen
si no es en la memoria.
¿Por qué los corazones
elegidos
son siempre solitarios?
En el cuarto de al lado,
un hombre está hablando
con sus muertos.
El soplo del delirio,
los presagios
lavados por la lluvia,
son una luz muy pura.
José Corredor Matheos
Contempla en su delirio
algo que es tan real
que yo no puedo verlo.
Oigo cómo la lluvia
va cayendo
en las calles que no existen
si no es en la memoria.
¿Por qué los corazones
elegidos
son siempre solitarios?
En el cuarto de al lado,
un hombre está hablando
con sus muertos.
El soplo del delirio,
los presagios
lavados por la lluvia,
son una luz muy pura.
José Corredor Matheos
Qué tarde...
Qué tarde
más hermosa.
Qué dulce
es esta brisa
que acaricia
sin prisa
la piel
de cada cosa.
Se ha detenido,
ociosa,
la mirada
indecisa
y asoma
la sonrisa
cuando en la luz
se posa.
Cómo expresar
en prosa
con palabra
precisa
la sensación dichosa
de la tarde
indivisa,
si el verso
lo improvisa
la mano
temblorosa.
José Corredor Matheos
Qué tarde
más hermosa.
Qué dulce
es esta brisa
que acaricia
sin prisa
la piel
de cada cosa.
Se ha detenido,
ociosa,
la mirada
indecisa
y asoma
la sonrisa
cuando en la luz
se posa.
Cómo expresar
en prosa
con palabra
precisa
la sensación dichosa
de la tarde
indivisa,
si el verso
lo improvisa
la mano
temblorosa.
José Corredor Matheos
Recuerdo aquel paseo...
Recuerdo aquel paseo
solitario
en que sólo el silencio
era lo que alcanzaba
a oír entre las hojas,
y podía sentirme
como un árbol,
sentirme como un pájaro.
y recuerdo también
un único paseo
acompañado,
hace ya mucho tiempo.
No puedo recordar
quién pisaba las hojas
a mi lado.
José Corredor Matheos
Recuerdo aquel paseo
solitario
en que sólo el silencio
era lo que alcanzaba
a oír entre las hojas,
y podía sentirme
como un árbol,
sentirme como un pájaro.
y recuerdo también
un único paseo
acompañado,
hace ya mucho tiempo.
No puedo recordar
quién pisaba las hojas
a mi lado.
José Corredor Matheos
Una paloma...
Una paloma.
Pero tú ¿cómo sabes
que eso es una paloma
y que no es un domingo
o una mañana gris
o esa ave extranjera
que no conoce nadie
y que rompe el espacio
y sorprende a las copas
de los árboles
con cantos no aprendidos?
Sé que es una paloma
y que no es un domingo,
ni una mañana gris,
ni algún astro perdido,
como sé, estoy seguro,
que yo, no siendo nada,
soy un hombre
que ve alzar el vuelo
a una paloma
que va rompiendo el aire
y deja la mañana
vacía para siempre.
José Corredor Matheos
Una paloma.
Pero tú ¿cómo sabes
que eso es una paloma
y que no es un domingo
o una mañana gris
o esa ave extranjera
que no conoce nadie
y que rompe el espacio
y sorprende a las copas
de los árboles
con cantos no aprendidos?
Sé que es una paloma
y que no es un domingo,
ni una mañana gris,
ni algún astro perdido,
como sé, estoy seguro,
que yo, no siendo nada,
soy un hombre
que ve alzar el vuelo
a una paloma
que va rompiendo el aire
y deja la mañana
vacía para siempre.
José Corredor Matheos
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