A fuerza de tropiezos y reveses
la piel de la esperanza se me enfría.
Qué agonía ocultarte mi agonía,
y qué resurrección si me entendieses.
fragmento del poema Atardeció sin ti
Antonio Gala. Nacido en Brazatortas (provincia de Ciudad Real), el 2 de octubre de 1936, (en otras biografias aparece como año de nacimiento 1930 y 1937) el escritor admitió sentirse cordobés porque allí transcurrieron sus primeros años de vida.
Dramaturgo, novelista, poeta y ensayista. Escritor precoz, a los cinco años escribió un relato corto y a los siete su primera obra teatral. A los catorce da una conferencia en el Círculo de la Amistad de Córdoba. En 1951, con quince años, ingresa en la Universidad de Sevilla en la licenciatura de Derecho, y se matricula por libre en Madrid en otras dos carreras: Filosofía y Letras y Ciencias Políticas y Económicas.
Durante sus años universitarios publica sus primeros poemas en las revistas de la época: Escorial, Platero,
Cántico... y funda dos revistas: Aljibe y Arquero de Poesía, con Gloria Fuertes y Julio Mariscal Montes.
Una vez licenciado, inicia oposiciones para abogado del Estado obedeciendo el mandato de su padre, pero abandona en el segundo año, en un gesto que él recuerda como de rebeldía ante las presiones de su padre, para ingresar después en los Cartujos.
Durante los años posteriores vive en Jerez de la Frontera y Córdoba. De vuelta a Madrid imparte clases de Filosofía e Historia del Arte en distintos colegios para ganarse la vida. En 1962 se marcha a Italia, donde permanece casi un año.
A estas alturas Antonio Gala había escrito el libro de poemas Enemigo Íntimo (1959) por el que recibe un accésit en el Premio Adonais de Poesía. En la primavera de 1963, ya de regreso a España, recibe el premio Las Albinas, por su relato Solsticio de Verano. En julio le es concedido el Premio Nacional Calderón de la Barca por su comedia Los Verdes Campos del Edén. Comienza así una larga y fructífera carrera como dramaturgo, durante la cual escribe obras como Anillos para una dama (1973) o Petra Regalada (1980).
Escribe incluso el libreto de la ópera Cristóbal Colón, con música de Leonardo Balada, estrenada en el Liceo barcelonés en 1989.
Es autor de una amplia obra que incluye artículos, novelas y guiones televisivos, como los de las series Paisaje con figuras, publicada en libro en 1985 y Si las piedras hablaran, publicada en libro en 1995, ambas de carácter histórico.
En su faceta de articulista ha trabajado en diarios como Pueblo, Sábado Gráfico, Actualidad española, El País y El Mundo.
En la actualidad colabora en El Mundo con la columna titulada La Tronera, de la que publicó una recopilación en 1996. Varias de sus series de artículos han sido publicadas posteriormente como libros. Es el caso de Charlas con Troylo (1981); En propia mano (1985); Cuaderno de la dama de otoño (1985); Dedicado a Tobías (1988); La soledad sonora (1991) y A quien conmigo va (1994).
Además de articulista, es también conferenciante sobre temas literarios, en especial de teatro. De esta última faceta destacan títulos como Teatro de hoy, teatro de mañana (1978) o El mito de la libertad (1992). Con su primera novela El manuscrito carmesí (1990), ganó el Premio Planeta.
A ésta le ha seguido La pasión turca (1994), Más allá del jardín (1995), La regla de tres (1996), Las afueras de Dios (1999), El imposible Olvido (2001) y Los invitados al jardín (2002).
Posteriormente, ha publicado El dueño de la herida (2003) y El pedestal de las estatuas (2007).
Granada de los Nazaríes o Andaluz, ambos de 1994 y la publicación de recopilaciones como Córdoba de Gala (1993) son fruto de su interés por la cultura andalusí, de la que se siente partícipe.
En su obra poética se encuentran libros publicados a una edad temprana, Enemigo íntimo, y otros mucho más cercanos en el tiempo: Poemas cordobeses (1994), El águila bicéfala: Textos de amor (1994), Poemas de amor (1997) y El poema de Tobías desangelado (2005).
Además del Premio Adonais, del Planeta y del Calderón de la Barca ya citados ha recibido, entre otros, los siguientes galardones:
* Premio Ciudad de Barcelona 1965;
* Premio Foro Teatral 1971; Premio Nacional de Literatura,
* Premio del Espectador
y Premio de la Crítica de 1972;
* Premio Quijote de Oro 1972-73;
* Premio Antena de Oro y Premio Mayte de 1973;
* Premio Nacional de Guiones 1973 y Premio Medios Audiovisuales 1976;
* Premio 2005 de la Fundación Ibn al-Jatib de Estudios y Cooperación Cultural (dependiente del Ayuntamiento de Loja, Granada)
.
.
Información obtenida de:
http://www.fundacionantoniogala.org/biografia.php
http://es.wikipedia.org/wiki/
http://www.jornada.unam.mx/
.
EN EL JARDÍN DE ANTONIO GALA
.
Video Andalucía con estilo - Fundación Antonio Gala
.
Página de Antonio Gala
.
Poesía recitada por Antonio
----------------------------------
ALARGABA LA MANO Y TE TOCABA...
Alargaba la mano y te tocaba.
Te tocaba: rozaba tu frontera,
el suave sitio donde tú terminas,
sólo míos el aire y mi ternura.
Tú moras en lugares indecibles,
indescifrable mar, lejana luz
que no puede apresarse.
Te me escapabas, de cristal y aroma,
por el aire, que entraba y que salía,
dueño de ti por dentro. Y yo quedaba fuera,
en el dintel de siempre, prisionero
de la celda exterior.
La libertad
hubiera sido herir tu pensamiento,
trasponer el umbral de tu mirada,
ser tú, ser tú de otra manera. Abrirte,
como una flor, la infancia , y aspirar
su esencia y devorarla. Hacer
comunes humo y piedra. Revocar
el mandato de ser. Entrar. Entrarnos
uno en el otro. Trasponer los últimos
límites. Reunirnos.....
Alargaba la mano y te tocaba.
Tú mirabas la luz y la gavilla.
Eras luz y gavilla, plenitud
en ti misma, rotunda como el mundo.
Caricias no valían, ni cuchillos,
ni cálidas mareas. Tú, allí, a solas,
sonriente, apartada, eterna tú.
Y yo, eterno, apartado, sonriente,
remitiéndote pactos inservibles,
alianzas de cera.
Todo estuvo de nuestra parte, pero
cuál era nuestra parte, el punto
de coincidencia, el tacto
que pudo ser llamado sólo nuestro.
Una voz, en la calle, llama y otra
le responde. Dos manos se entrelazan.
Uno en otro, los labios se acomodan;
los cuerpos se acomodan. Abril, clásico,
se abate, emperador de los encuentros.
¿Esto era amor? La soledad no sabe
qué responder: persiste, tiembla, anhela
destruirse. Impaciente
se derrama en las manos ofrecidas.
Una voz en la calle....Cuánto olor,
cuánto escenario para nada. Miro
tus ojos. Yo miro los ojos tuyos;
tú, los míos: ¿esto se llama amor?
Permanecemos. Sí, permanecemos
no indiferentes, pero diferentes. Somos
tú y yo: los dos, desde la orilla
de la corriente, solos, desvalidos,
la piel alzada como un muro, solos
tú y yo, sin fuerza ya, sin esperanza.
Idénticos en todo,
sólo en amor distintos.
La tristeza, sedosa, nos envuelve
como una niebla: ése es el lazo único;
ésa la patria en que nos encontramos.
Por fin te identifico con mis huesos
en el candor de la desesperanza.
Aquí estamos nosotros: desvaídos
los dos, borrados, más difíciles,
a punto de no ser....¿Amor es esto?
¿Acaso amor es esta no existencia
de tanto ser? ¿Es este desvivirse
por vivir? Ya desangrado
de mí, ya inmóvil en ti, ya
alterado, el recuerdo se reanuda.
Se reanuda la inútil existencia....
Y alargaba la mano y te tocaba.
Antonio Gala
Alargaba la mano y te tocaba.
Te tocaba: rozaba tu frontera,
el suave sitio donde tú terminas,
sólo míos el aire y mi ternura.
Tú moras en lugares indecibles,
indescifrable mar, lejana luz
que no puede apresarse.
Te me escapabas, de cristal y aroma,
por el aire, que entraba y que salía,
dueño de ti por dentro. Y yo quedaba fuera,
en el dintel de siempre, prisionero
de la celda exterior.
La libertad
hubiera sido herir tu pensamiento,
trasponer el umbral de tu mirada,
ser tú, ser tú de otra manera. Abrirte,
como una flor, la infancia , y aspirar
su esencia y devorarla. Hacer
comunes humo y piedra. Revocar
el mandato de ser. Entrar. Entrarnos
uno en el otro. Trasponer los últimos
límites. Reunirnos.....
Alargaba la mano y te tocaba.
Tú mirabas la luz y la gavilla.
Eras luz y gavilla, plenitud
en ti misma, rotunda como el mundo.
Caricias no valían, ni cuchillos,
ni cálidas mareas. Tú, allí, a solas,
sonriente, apartada, eterna tú.
Y yo, eterno, apartado, sonriente,
remitiéndote pactos inservibles,
alianzas de cera.
Todo estuvo de nuestra parte, pero
cuál era nuestra parte, el punto
de coincidencia, el tacto
que pudo ser llamado sólo nuestro.
Una voz, en la calle, llama y otra
le responde. Dos manos se entrelazan.
Uno en otro, los labios se acomodan;
los cuerpos se acomodan. Abril, clásico,
se abate, emperador de los encuentros.
¿Esto era amor? La soledad no sabe
qué responder: persiste, tiembla, anhela
destruirse. Impaciente
se derrama en las manos ofrecidas.
Una voz en la calle....Cuánto olor,
cuánto escenario para nada. Miro
tus ojos. Yo miro los ojos tuyos;
tú, los míos: ¿esto se llama amor?
Permanecemos. Sí, permanecemos
no indiferentes, pero diferentes. Somos
tú y yo: los dos, desde la orilla
de la corriente, solos, desvalidos,
la piel alzada como un muro, solos
tú y yo, sin fuerza ya, sin esperanza.
Idénticos en todo,
sólo en amor distintos.
La tristeza, sedosa, nos envuelve
como una niebla: ése es el lazo único;
ésa la patria en que nos encontramos.
Por fin te identifico con mis huesos
en el candor de la desesperanza.
Aquí estamos nosotros: desvaídos
los dos, borrados, más difíciles,
a punto de no ser....¿Amor es esto?
¿Acaso amor es esta no existencia
de tanto ser? ¿Es este desvivirse
por vivir? Ya desangrado
de mí, ya inmóvil en ti, ya
alterado, el recuerdo se reanuda.
Se reanuda la inútil existencia....
Y alargaba la mano y te tocaba.
Antonio Gala
Almuñécar
Durante un anochecer en esta playa te amé tanto
que una respiración
para los dos bastaba.
Suspendieron el mar, para mirarnos,
su armonioso escalofrío,
y su unánime vuelo de gaviotas.
Se divertía el agua, sonrosada,
como si fuera a amanecer,
y se posó el silencio sobre el aire
lo mismo que un jilguero en una rama.
No existía para el amor
futuro ni pretérito:
todo era eterno instante....
Y de repente, sobre tus hombros
observé, mientras te besaba,
que nos veían ojos codiciosos.
No supe si eran de los viejos fenicios
o quizá de la noche...
No tardó en quedar claro
dónde va el ruiseñor cuando mayo termina.
La muerte que los devoró a ellos,
sigilosa nos acechaba.
Nuestro amor, como el de ellos, fue vencido.
Pero yo te amo todavía.
que una respiración
para los dos bastaba.
Suspendieron el mar, para mirarnos,
su armonioso escalofrío,
y su unánime vuelo de gaviotas.
Se divertía el agua, sonrosada,
como si fuera a amanecer,
y se posó el silencio sobre el aire
lo mismo que un jilguero en una rama.
No existía para el amor
futuro ni pretérito:
todo era eterno instante....
Y de repente, sobre tus hombros
observé, mientras te besaba,
que nos veían ojos codiciosos.
No supe si eran de los viejos fenicios
o quizá de la noche...
No tardó en quedar claro
dónde va el ruiseñor cuando mayo termina.
La muerte que los devoró a ellos,
sigilosa nos acechaba.
Nuestro amor, como el de ellos, fue vencido.
Pero yo te amo todavía.
Antonio Gala
No hay comentarios:
Publicar un comentario