Margarita Michelena (Pachuca de Soto (Hidalgo), 21 de julio de 1917 - México, D. F., 27 de marzo de 1998) fue una poeta, crítica literaria y periodista mexicana, considerada por muchos como la mejor y más culta escritora del siglo XX.
La escritora, traductora y periodista Margarita Michelena nació el 21 de julio de 1917 en la ciudad de Pachuca, capital del estado de Hidalgo. Estudió la carrera de letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Trabajó como guionista de la estación radiofónica XEW, colaboró en las revistas América, Examen, Pájaro Cascabel, en el suplemento México en la Cultura del diario Novedades, en la revista América publicada por la Unión Panamericana de Washington, también trabajó para la Casa de la Cultura de Ecuador.
Hasta 1962 fue directora de la revista literaria El libro y el pueblo, editado por la Secretaría de Educación Pública (SEP), después de esto realizó el estudio sobre novela y cuento mexicanos para el número monográfico de Messico, publicado por Centro de Acción Latina de Roma.
Dirigió la revista política Respuesta y en 1967 estuvo a cargo del departamento de prensa de la Dirección General de Información del Departamento de Turismo. En 1978 doña Margarita pensando en las mujeres reunió a varias escritoras y periodistas para crear el primer diario a nivel mundial elaborado exclusivamente para mujeres. Este sueño fue hecho realidad en 1980 al aparecer Cotidiano, cuyo lema es "La expresión de la mujer en la noticia", sin una publicación feminista su principal objetivo fue dar a conocer las noticias desde el punto de vista femenino. La señora Michelena asumió la dirección del mismo.
También colaboró para el periódico Excelsior y para la revista Siempre y a partir de 1980 dirigió el suplemento cultural de la misma revista titulado La cultura en México.
Sobre sus creaciones literarias Octavio Paz señaló que “sus poemas son cristalizaciones transparentes, poemas bien plantados en la tierra, pero movidos por una misteriosa voluntad de vuelo”; ella misma afirmaba que su poesía era ontológica, dirigida al ser humano y hecha por un ser humano.
La obra poética de doña Margarita Michelena ha sido publicada en los poemarios: Paraíso y nostalgia (1945), Laurel del ángel (1948), Tres poemas y una nota autobiográfica (1963), La tristeza terrestre (1954), El país más allá de la niebla (1969) y Reunión de imágenes (antología,1969).
Los últimos años de su vida la aquejó una enfermedad que le produjo parálisis facial. Doña Margarita Michelena murió en la ciudad de México en el año de 1998.
Información obtenida de Instituto mexicano de la radio, Insituto nacional de mujeres, Mexico.
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A TI, ROSAL, NEVADO POR LA CIMA
A ti, rosal, nevado por la cima
de hielo ligerísimo,
a ti, que en el rigor abres tu rosa
póstuma, desplegada
sobre tu vago verde, y que la agitas
como una carta del verano ausente.
de hielo ligerísimo,
a ti, que en el rigor abres tu rosa
póstuma, desplegada
sobre tu vago verde, y que la agitas
como una carta del verano ausente.
A ti, esbeltez intrépida, que subes
para estallar de tu mudez de espinas
hasta tu coro de dispersa nieve,
para mecer y para orear tu viaje,
en ésa tu paloma de alas quietas,
bajel de suavidad, vuelo de espumas.
para estallar de tu mudez de espinas
hasta tu coro de dispersa nieve,
para mecer y para orear tu viaje,
en ésa tu paloma de alas quietas,
bajel de suavidad, vuelo de espumas.
Para ti, que contigo la trajiste,
que la sacaste de la tierra oscura
como si nos subieras un diamante.
Para ti, que una noche la tuviste
en soledad, como se tiene un sueño,
y luego, bajo el sol, su puerta abriste
igual que desatando
una celeste voz en tus espinas,
lo mismo que si anclaras
una pequeña nube en tus orillas.
Para ti, tesorero de la nieve,
silencioso arquitecto de la espuma,
este poema de este triste día.
que la sacaste de la tierra oscura
como si nos subieras un diamante.
Para ti, que una noche la tuviste
en soledad, como se tiene un sueño,
y luego, bajo el sol, su puerta abriste
igual que desatando
una celeste voz en tus espinas,
lo mismo que si anclaras
una pequeña nube en tus orillas.
Para ti, tesorero de la nieve,
silencioso arquitecto de la espuma,
este poema de este triste día.
Es que hablándote así, del frágil tallo
hundido y doloroso de mi voz,
desde mi noche que olvidó su estrella,
desde mi soledad, desde mi enero
y su granizo y sus perdidas aves,
me parece, loándote en la gloria
tardía y denotada en que terminas,
que, como tú, levanto yo una rosa.
hundido y doloroso de mi voz,
desde mi noche que olvidó su estrella,
desde mi soledad, desde mi enero
y su granizo y sus perdidas aves,
me parece, loándote en la gloria
tardía y denotada en que terminas,
que, como tú, levanto yo una rosa.
Laurel de ángel, 1948
Margarita Michelena
POR EL LAUREL DIFUNTO
Aquí estás, en la tierra que me duele
por la corola abierta y emigrada
y justo en el invierno que atravieso
para ir de mi dolor a mis palabras.
Mira aquí, en la tiniebla que te sigue,
tu desolado rostro y estas lágrimas,
tan hondas que te brotan inconclusas
y te llenan de estrellas desgarradas.
por la corola abierta y emigrada
y justo en el invierno que atravieso
para ir de mi dolor a mis palabras.
Mira aquí, en la tiniebla que te sigue,
tu desolado rostro y estas lágrimas,
tan hondas que te brotan inconclusas
y te llenan de estrellas desgarradas.
Debajo de tu piel hay como un niño
que no salió a la sombra de los árboles
ni sintió la dulzura con que instala
su dolor y su júbilo la sangre.
que no salió a la sombra de los árboles
ni sintió la dulzura con que instala
su dolor y su júbilo la sangre.
Y es así que en tu voz, donde naufragan
los pájaros no vistos, los cristales
de corriente y de música negadas,
algo que duele —fracasado y tierno—
no se puede morir, siempre se queda
tal como en la estatura de la ola,
coronada de espumas y de espacios,
dulcísimo y menor se escucha siempre
el lírico metal de las arenas.
los pájaros no vistos, los cristales
de corriente y de música negadas,
algo que duele —fracasado y tierno—
no se puede morir, siempre se queda
tal como en la estatura de la ola,
coronada de espumas y de espacios,
dulcísimo y menor se escucha siempre
el lírico metal de las arenas.
Yo te he amado en la sombra
de mi predio espantable y transitorio.
Mas no con brazos de mujer te he amado,
ni con los dedos de esperanza y hambre
que tejen mi tapiz, mientras desciende
sobre mi sol desértico el eclipse
del ala que me falta y vuelve el ángel:
con el dolor te amé de ver un río
ausente de su cauce.
de mi predio espantable y transitorio.
Mas no con brazos de mujer te he amado,
ni con los dedos de esperanza y hambre
que tejen mi tapiz, mientras desciende
sobre mi sol desértico el eclipse
del ala que me falta y vuelve el ángel:
con el dolor te amé de ver un río
ausente de su cauce.
No nos une en el tiempo sino un llanto
que no tuvo garganta en que alojarse
y la tibia estación de una caricia
de cuyas manos vi la arquitectura
adentro de mí misma desplomarse.
que no tuvo garganta en que alojarse
y la tibia estación de una caricia
de cuyas manos vi la arquitectura
adentro de mí misma desplomarse.
Esa ceniza de alguien que no vino,
a quien no pude dar el minucioso
labrado de su voz y su columna,
ese entrañable muerto de mí misma
cuyo nombre no sé ni sé su rostro,
es la madera impar de este naufragio
y nada más la huella de nosotros.
a quien no pude dar el minucioso
labrado de su voz y su columna,
ese entrañable muerto de mí misma
cuyo nombre no sé ni sé su rostro,
es la madera impar de este naufragio
y nada más la huella de nosotros.
Eres toda la tierra que contengo,
todo el dolor mortal que haya sufrido.
Por el niño que amé bajo tus ojos
y que nunca saliera de ti mismo,
por el laurel difunto que me diste
para que en mí elevara sombra y fruto,
este amargo poema en que recuerdo
la única posible coincidencia
que existió entre mi carne y mi destino.
todo el dolor mortal que haya sufrido.
Por el niño que amé bajo tus ojos
y que nunca saliera de ti mismo,
por el laurel difunto que me diste
para que en mí elevara sombra y fruto,
este amargo poema en que recuerdo
la única posible coincidencia
que existió entre mi carne y mi destino.
Laurel de ángel, 1948
Margarita Michelena
A LAS PUERTAS DE SIÓN
J'attends une chose inconnue
Mallarmé
Mallarmé
Ya sólo soy un poco de nostalgia que canta.
Y a tus puertas estoy como una piedra
gris en el lujo nítido de un prado.
Y a tus puertas estoy como una piedra
gris en el lujo nítido de un prado.
No traje nada aquí ni dejo nada.
Tampoco sombra alguna ha descendido
de mis propias tinieblas y mis brazos.
Ninguna flor tomé sobre la tierra
para no encadenarme a su hermosura
ni por gracia mortal ser poseída.
No traigo ni el fantasma de un perfume
a tu jardín de límpidas esferas.
La soledad te traigo que me diste.
Tampoco sombra alguna ha descendido
de mis propias tinieblas y mis brazos.
Ninguna flor tomé sobre la tierra
para no encadenarme a su hermosura
ni por gracia mortal ser poseída.
No traigo ni el fantasma de un perfume
a tu jardín de límpidas esferas.
La soledad te traigo que me diste.
Óyeme aquí gemir, tu criatura
del exilio y del llanto.
Óyeme aquí, tu ciega enamorada
que su muerte muriendo sin morirse,
tu estrella ve temblando, suspendida,
desde el hundido túnel de su canto.
del exilio y del llanto.
Óyeme aquí, tu ciega enamorada
que su muerte muriendo sin morirse,
tu estrella ve temblando, suspendida,
desde el hundido túnel de su canto.
¿Cuándo enviarás mi sombra a devolverme?
¿Cuándo podré marchar hacia tus prados,
a tus puertas de oro,
cuándo por tus jardines apartados
iré ya sin muerte, ya robada
para el ancla vencida de mi polvo?
¿Cuándo podré marchar hacia tus prados,
a tus puertas de oro,
cuándo por tus jardines apartados
iré ya sin muerte, ya robada
para el ancla vencida de mi polvo?
No más mi cuerpo ver, como un alcázar
de música ruinosa, ni la noche
circundando mi fiesta de amargura.
No más hablar de ti desde mi boca
que es sólo como muerte detenida,
no hablarte con mi voz, que se levanta
demorado desastre. Abre tus puertas
y ciega con la vista mis dos ojos.
Mátame de belleza, ya alcanzado
el gran callar hacia donde navega
la nave de nostalgia que es mi canto.
de música ruinosa, ni la noche
circundando mi fiesta de amargura.
No más hablar de ti desde mi boca
que es sólo como muerte detenida,
no hablarte con mi voz, que se levanta
demorado desastre. Abre tus puertas
y ciega con la vista mis dos ojos.
Mátame de belleza, ya alcanzado
el gran callar hacia donde navega
la nave de nostalgia que es mi canto.
Deja que en este punto mi ceniza
se caiga desde mí, que me desnude
y me deje a tu orilla, consumada.
Que con brazos de amor —no los que tuve—
llegue por fin a la sortija de oro
con que al misterio ciñen tus murallas.
se caiga desde mí, que me desnude
y me deje a tu orilla, consumada.
Que con brazos de amor —no los que tuve—
llegue por fin a la sortija de oro
con que al misterio ciñen tus murallas.
Laurel de ángel, 1948
Margarita Michelena
Sonata en la Tierra
... si la beauté n était déjà
la mort...
Mallarmé
Lenta y abandonada
a la oscura belleza de ti misma,
vena de sombra y claridad cantando,
música de esmeralda,
te miré respirando.
No eras la tristeza.
Sí la amorosa muerte.
La más plena hermosura.
La llama de tiniebla
y de frescura.
Desde ti conocía,
origen y diciembre de la rosa,cima del agua y manantial del trino,
la nieve de mis huesos
y el destino.
Nunca a amor como el tuyo,
-panal de oscuro goce-
tuve el cuerpo rendido,
claustro de dulce hierba
y amoroso
desastre prometido.
Y mientras te miraba
con tu desnudo de árbol y neblina,
serena, reposando,
sentí que más allá de mi memoria
me estabas recobrando.
Más allá de mí misma,
de mi sangre en otoño
y más allá del nombre que tenía,
como a angustia y a origen
te quería.
Celda de amor y noche, ya guardabas
la juventud del tallo en que voy a salir.
Y yo era sólo un sueño y el deseo
de morir.
del poemario Reunión de Imágenes
Margarita Michelena
Atmósfera sin tiempo
Tú eres mi raiz.
La hoja eterna y fiel.
La que no emigra
de la difunta gracia de la rosa.
Tú eres algo idealmente muerto.
De ti asciende la fragancia purísima
de una existencia oculta.
Y así estás, detenido
en una atmósfera sin tiempo,
en el silencio de una antigua alcoba
llena de vírgenes
y un suavísimo aroma.
Mis labios son ahora
el radiante fantasma de los tuyos.
Y los toco a través de un espacio en el que giran
sistemas silenciosos
de racia y de misterio.
Estoy contigo, para siempre,
en medio de una celeste soledad
y el selvático río de mi sangre
se vuelve una constante y mansa devoción
y un rítmico homenaje.
Tú eres ya más que tú.
Una constelación de indecibles presencias.
Una voz que canta ya el tono
de las voces eternas.
Paraíso y nostalgía (1945)
Margarita Michelena
brutal aspereza, genuina palabra, Margarita Michelena, duele en la piel como el hielo
ResponderEliminarMaravillosa Michelena, su poesía es sensible e inteligente, es una lástima que aquí en Hidalgo, su tierra natal, no la conozcan ni los profesores de literatura.
ResponderEliminarHe buscado "El golpe en la piedra" por todos lados, pero en ningún nada de nada.
Gracias por compartir esto, el poema "A ti, rosal..." es soberbio.
Escríbele a mi mamá, Andrea Cataño ( andreacatano@gmail.com ) -su hija-
EliminarHola Nadia.
EliminarAfortunadamente, unos meses después de publicar este comentario, encontré un libro con los poemas que nos dejo tu abuela, los compilados en Reunión de imágenes. Son extraordinarios y los he leído y releído muchas veces.
Qué orgullosa debes sentirte de tener los genes de esta enorme poeta.
Saludos cordiales desde Progreso, Hidalgo.
Cierto Pedro, hay poetas que caen en el olvido, y lo que es más doloroso es que sea en su propia tierra. Aquí está mi pequeño homenaje a esta maravillosa poeta. Un abrazo
ResponderEliminarPor cierto, el poema al que te refieres "El golpe en la piedra" lo tengo, es un poquito largo, pero lo subiré. He intentado contactar contigo y me ha sido imposible. Saludos :)
ResponderEliminarHola. Varios años después me he topado de nueva cuenta con esta página. Te comento que en 2012 conseguí el libro Reunión de imágenes, que compila la breve -pero inconmensurable obra de Margarita Michelena-. Golpe en la piedra y El velo centellante son mis poemas favoritos de esta enorme mujer. Saludos cordiales.
Eliminarlos idiotas de lab de biokimica nos hacen leer de ella como si nos importara en medicina
ResponderEliminaramigo que poco sabes apreciar un buen poema, jamas habia oido de ella... muy buena... tal vez sea para que sepan leer mejor jajaja
ResponderEliminarsi eres una persona que lo único es importante leer de esta persona q mundo tan pequeño y simple vives, habiendo una infinidad de conocimientos y desperdiciar tiempo en esto me da sueño
ResponderEliminarMe gusta la dureza de Margarita, su nombre el de flor, pero sus palabras el de la realidad que le tocó vivir.
ResponderEliminarUna grande. Sin exagerar.
Ojalá hoy nazcan muchas "Margaritas" en los jardines de la poesía.
Alicia
Primero escuche en un programa del maestro Ernesto de la peña algunos poemas, y ahora los busque pues es realmente impresionante la belleza de sus poemas. si alguien sabe donde encontrar libros de ella, si estan editados sus poemas escribanlo por favor a Martín López betza1965mar@hotmaiñ.com. por cierto el maestro de la peña la comparo en cuanto a poesis se refierecon Sor Juana Ines de la cruz EN CUANTO A POESIA SE REFIERE
ResponderEliminar¡Qué hermoso escribía mi abuela! ¡Qué triste que no haya escrito más!
ResponderEliminarEncuentro inspiración en los textos de esta dama, desgraciadamente el poema que me atrapó durante una lectura en voz alta no lo encuentro. "Dualidad" ¿en que libro lo podré encontrar?
ResponderEliminarDos vidas juntas y distantes
Eliminaralientan en mi vida.
Una es un dardo luminoso,
siempre en viaje.
Una estrella de alta combustión.
Una cosa purísima, innombrable.
La otra es un campo de trigo
con raíces de fuego.
Un astro a ras de tierra,
ardiente y vivo...
Hola, Yaneli. También me encanta ese texto de Michelena. Yo lo tengo en el libro compilatorio Reunión de imágenes, editado por el FCE.