Líber Falco ( 4 de octubre de 1906, Montevideo - 10 de noviembre de 1955).
Nació en el año 1906 en Montevideo, en el barrio Villa Muñoz, sus primeros versos los escribio a la edad de dieciseis años, siendo hijo de un peón de panadería, alternó por distintos trabajos, entre los que se encontraron el de empleado de imprenta, peluquero, vendedor de pan y luego corrector de pruebas de diarios y libros. Contrajo matrimonio a los 29 años y no tuvo hijos.
Sus intereses literarios fueros variados, destacándose algunos escritores rusos como Dostoyevski y Tolstói, franceses como Romain Rolland y gran parte de la poesía latinoamericana, en particular la del último César Vallejo.
A pesar de que la edición de sus textos se realiza en la década de 1940, es considerado integrante de la denominada "Generación del Centenario" (término referido al centenario de la independencia uruguaya, es decir a la generación de artistas que florecieron en 1930). A esta generación pertenecen Emilio Oribe y Sabat Ercasty entre otros.
Sus comienzos literarios pueden ubicarse hacia 1937 cuando asume la dirección de la revista Banderín de la cual se editaron solo cinco números. Años después participa también en varias publicaciones literarias, como la revista Asir.
Su obra está contenida en los libros Cometas sobre los muros de 1940, Equis andacalles de 1942 y Días y noches de 1946. El libro que había comenzado bajo el título de Tiempo y tiempo quedó inconcluso debido a su fallecimiento. El mismo fue editado como una obra recopilatoria por un grupo de sus amigos de la revista "Asir".
Sus poemas ejercieron una gran influencia en generaciones posteriores de artistas uruguayos. Asi mismo, los mismos han sido fuente de numerosas canciones interpretadas por artístas de la talla de Eduardo Larbanois y Mario Carrero, Abel García, Eduardo Darnauchans, Jorge Lazaroff, Jorge Bonaldi y Daniel Viglietti entre muchos otros.
Obra literaria
Cometas sobre los muros (Imprenta Stella, 1940)
Equis andacalles (1942)
Días y noches (Imprenta Herculina, 1946)
Tiempo y tiempo (Ediciones Asir, Montevideo, 1956)
Mi corazón
Mi corazón
nostálgico acunador de ensueños,
imantado de amor
tuvo la ficción del Norte
en los cuatro puntos cardinales.
Mi corazón poeta y buril loco
en el mármol frígido de las razones,
—muriendo ya— saludará
en los cromos lejanos de la tarde
a una mano fúlgida,
clamante viajera de horizontes,
que llama... llama...
nostálgico acunador de ensueños,
imantado de amor
tuvo la ficción del Norte
en los cuatro puntos cardinales.
Mi corazón poeta y buril loco
en el mármol frígido de las razones,
—muriendo ya— saludará
en los cromos lejanos de la tarde
a una mano fúlgida,
clamante viajera de horizontes,
que llama... llama...
Líber Falco
Extraña compañía
Porque estoy solo a veces,
porque sin Dios estoy, sin nada,
ella viene y muestra su rostro y ríe
con su risa helada.
Viene, golpea en mis rodillas,
huye la tierra entonces
y todo acaba sin memoria, y nada.
Sin embargo, con ella a mi costado
yo amé la vida, las cosas todas;
lo que viene y lo que va.
Yo amé las calles donde,
ebrio como un marino,
secretamente fui de su brazo.
Y a cada instante, siempre, en cada instante
con ella a mi costado,
del mundo todo, de mis hermanos
lejano y triste me despedía.
Mas tocaba a veces la luz del día.
Con ella a mi costado,
ebrio de tantas cosas que el amor nombraba,
como a una fruta
tocaba a veces la luz del día.
Y era de noche a veces y estaba solo,
con ella y solo;
pero la muerte calla
cuando el amor la ciñe a su costado.
Oh triste, oh dulce tiempo cuando acaso
velaba Dios desde muy lejos.
Mas hoy ha de venir y ha de encontrarme solo,
ya para siempre desasido y solo.
porque sin Dios estoy, sin nada,
ella viene y muestra su rostro y ríe
con su risa helada.
Viene, golpea en mis rodillas,
huye la tierra entonces
y todo acaba sin memoria, y nada.
Sin embargo, con ella a mi costado
yo amé la vida, las cosas todas;
lo que viene y lo que va.
Yo amé las calles donde,
ebrio como un marino,
secretamente fui de su brazo.
Y a cada instante, siempre, en cada instante
con ella a mi costado,
del mundo todo, de mis hermanos
lejano y triste me despedía.
Mas tocaba a veces la luz del día.
Con ella a mi costado,
ebrio de tantas cosas que el amor nombraba,
como a una fruta
tocaba a veces la luz del día.
Y era de noche a veces y estaba solo,
con ella y solo;
pero la muerte calla
cuando el amor la ciñe a su costado.
Oh triste, oh dulce tiempo cuando acaso
velaba Dios desde muy lejos.
Mas hoy ha de venir y ha de encontrarme solo,
ya para siempre desasido y solo.
Líber Falco
Luna
Tan perfecta y blanca.
Tan alta!
Tan lejana y blanca.
Lejos de la muerte,
y de la vida lejos.
Lejos de los llantos.
De las risas, lejos.
Tanto!
No sabe esta luna
cómo todo es triste.
Cómo es bello el mundo
y la misma muerte acaso,
acaso, es volver sin irse.
Sola arriba, sola.
Tan perfecta y blanca.
Tan alta!
Tan tejos de todo!
Nada arriba, nada.
Ella sola y nada.
Tan alta!
Tan lejana y blanca.
Lejos de la muerte,
y de la vida lejos.
Lejos de los llantos.
De las risas, lejos.
Tanto!
No sabe esta luna
cómo todo es triste.
Cómo es bello el mundo
y la misma muerte acaso,
acaso, es volver sin irse.
Sola arriba, sola.
Tan perfecta y blanca.
Tan alta!
Tan tejos de todo!
Nada arriba, nada.
Ella sola y nada.
Líber Falco
La moneda
Mira cómo los niños,
en un aire y tiempo de otro tiempo,
ríen.
Cómo en su inocencia,
la Tierra es inocente
y es inocente el hombre.
Míralos cómo al descubrir la muerte
mueren, y ya definitivamente
ya sus ojos y dientes
comienzan a crecer junto a las horas.
Deja que ellos guarden sin saberlo,
el secreto último de su inocencia
nuestro último sueño, ya olvidado.
Cuando todo termine,
deja que un niño lleve
nuestra única y última
moneda.
en un aire y tiempo de otro tiempo,
ríen.
Cómo en su inocencia,
la Tierra es inocente
y es inocente el hombre.
Míralos cómo al descubrir la muerte
mueren, y ya definitivamente
ya sus ojos y dientes
comienzan a crecer junto a las horas.
Deja que ellos guarden sin saberlo,
el secreto último de su inocencia
nuestro último sueño, ya olvidado.
Cuando todo termine,
deja que un niño lleve
nuestra única y última
moneda.
Líber Falco
Deseo
A veces quisiera uno
sin días que lo nombren,
perderse, camino hacia el olvido.
Porque para qué alumbra el día
si tantas muecas de los hombres,
como un mapa de angustias
e indescifrables signos
de mariposas muertas,
giran sin término.
También quisiera uno,
luego de tanto y tanto
amor al aire,
que un árbol se recline
a bebernos la frente
sin días que lo nombren,
perderse, camino hacia el olvido.
Porque para qué alumbra el día
si tantas muecas de los hombres,
como un mapa de angustias
e indescifrables signos
de mariposas muertas,
giran sin término.
También quisiera uno,
luego de tanto y tanto
amor al aire,
que un árbol se recline
a bebernos la frente
Líber Falco
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